Sanar con el arte

 
El arte como tratamiento tiene resultados muy beneficiosos
 
“El arte sólo es arte cuando cura”
 
La pintura es una de las artes que posee efectos terapéuticos, donde colores, trazos y figuras son de alguna manera un fiel reflejo de lo que sentimos. Poder exteriorizarlo es una de las tareas que posee la arteterapia, la que utiliza todos los recursos con un solo objetivo: sanar.
 
Carla González C.
 

La frase que titula este artículo pertenece a Alejandro Jodorowsky y refleja de alguna u otra manera, la forma que tiene cualquier tipo de manifestación artística de contribuir en las personas, haciendo incluso que éstas puedan recuperarse de algunos padecimientos. El arte pictórico es uno de ellos.

Según la Asociación Chilena de Arte Terapia (ACAT), este tratamiento es “una especialización profesional de servicio humano, que utiliza diversos medios artísticos y sus procesos creativos con fines terapéuticos, educativos, de prevención y desarrollo personal”.

Así, mencionan que la apreciación que se le da a todas las obras realizadas por quienes se someten a la pintura terapéutica, es más bien personal y “no se centra en el valor estético del trabajo artístico”. De esta manera, lo que realmente importa es el proceso, “considerando que todo individuo – tenga o no formación artística – posee la capacidad latente para proyectar sus conflictos internos por medio del arte”.

Por otro lado, el ACAT afirma que el arte terapeuta es aquel profesional formado de manera académica que “aborda la terapia basado en las obras de arte de sus pacientes” y que por lo tanto, enfatiza “los procesos creativos por sobre los resultados”.

Con esto, apoyará a quienes se someten a la arteterapia en forma individual o grupal, aportando como un guía que contiene y facilita “la resolución de conflictos a través de medios artísticos, no interpretando las obras del paciente, sino que alentándolo para que descubra por sí mismo el significado de sus realizaciones”.

Con el fin de conocer un poco más acerca de esta terapia complementaria, Punto Vital le muestra dos atractivos ejemplos: los mandalas y la pintura antroposófica.

 
Pintura mandala: una manera distinta de meditar
 

Una de las formas de arteterapia utilizadas para tratar a pacientes con diversos tipos de afecciones es la mandala, dibujos fundamentados en “diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas del macrocosmos y microcosmos, utilizados en el budismo y el hinduismo”.

El “espacio sagrado” en donde se encuentra un mandala está generalmente representado “como un círculo inscrito de una forma cuadrangular”, donde el hecho de que se trate de un área sacra, tiene que ver con la representación del “centro del universo y soporte de la concentración” y donde su redondez se le atribuye a la idea de la perfección y del “eterno retorno de los ciclos de la naturaleza”.

 
     

La terapeuta de mandalas, Verónica de Cisternas, dice que descubrió esta arteterapia luego de pasar días pensando en qué regalarle a una amiga que se encontraba muy enferma y que después de una operación quirúrgica tuvo que pasar mucho tiempo en reposo.

Luego de hacerle entrega de un libro con estas figuras y una caja de lápices de colores, Verónica cuenta que su amiga mencionó “que en los momentos de más dolor, pintar le provocaba la abstracción de su sufrimiento, pasando éste a ubicarse en segundo plano para así dar paso a la creación”.

Así, la terapeuta comenta que la concentración es tal al momento de pintar estas figuras, “que si se hacen en grupo, no dan ganas ni de conversar, es como irse para dentro” y por eso es recomendable acompañarse de, por ejemplo, música o aromas agradables mientras dura la sesión para así potenciar el trabajo exclusivo con uno mismo.

Tal como en otras artes, todo tiene un significado especial y es por eso que prestarle atención al mandala que se escoge y a los colores que se utilizan en él es de suma importancia, pues será a través de la obra terminada donde se podrá hacer una suerte de revisión del estado de ánimo en el que se encuentra el creador.

“Empiezan a pasar cosas con los mandalas porque uno empieza a meterse hacia dentro, hay energías que comienzas a fluir. En el fondo es una forma distinta de meditar y donde se pueden lograr resultados infinitamente sanadores”, confiesa.

En relación a lo anterior, la especialista comenta que los efectos sanadores no provienen directamente del mandala, “no es que el pintar te sane”, confiesa, sino que se trata de qué es lo que se transmite a través de la figura. “Los colores tienen mensajes, la elección del mandala nacerá dentro tuyo. No hay nada impuesto”, dice.

En esta misma línea, la terapeuta afirma que el efecto sanador que se le atribuyen a estos esquemas tiene que ver con que “te sacan del dolor, de la rabia; te desconectan de ese sentimiento para conectarte con la luz, la creación y el amor”, asegura.

Por esta misma razón es que no es imperante la presencia de un terapeuta, aunque Verónica de Cisternas reconoce que el apoyo de alguien con experiencia resultará muy beneficioso para guiarse en la búsqueda de respuestas. “Son sólo sugerencias, porque finalmente todo parte desde la persona. Hay libertad absoluta”, comenta.

     

Algunos efectos que produce la creación de mandalas son:

- Ayuda a lograr una profunda relajación de la mente.
- Restablece la armonía innata despertando sensaciones de serenidad, plenitud y bienestar general.
- Al calmar la mente, propician la atención, la pacienta y mejora el nivel de concentración.
- Al ser una conexión con “nuestra esencia”, es percibida como una herramienta muy útil para el crecimiento personal.
- Induce la expansión de la conciencia, despertando los sentidos y cambiando nuestra percepción sobre las cosas.
- Permite desarrollar las capacidades del hemisferio derecho del cerebro, aquel que compromete la intuición, la expresión creativa, integración, entre otros.
- El proceso de creación de mandalas puede ser considerado como una meditación activa.

(Información extraída del sitio astromandalas.com)
 
Pintura antroposófica: “radiografía del alma”
 

Acompañar en el proceso de recuperación de algún padecimiento es el objetivo que se busca conseguir a través de la pintura artística, específicamente el de la arteterapia realizada bajo la mirada de la antroposofía, disciplina creada por Rudolf Steiner y que en líneas generales tiene una visión integral del ser humano poniendo atención no sólo a su cuerpo, sino que también a su alma y espíritu. 

Cristina García es arquitecto, profesora Waldorf – sistema educacional también propuesto por Stenier – y terapeuta en pintura antroposófica. Desde la mirada de este método, cuenta que el arteterapia “está planteada para acompañar los procesos de curación” y añade que en este caso, será siempre un médico antropósofo quien derive a su paciente a esta terapia a modo de complemento de su tratamiento. 

 
     

“La idea es que la persona tome conciencia de su enfermedad, la entienda y participe en su propia recuperación”, menciona, pues entiende al proceso convencional - a aquel que considera sólo el consumo de fármacos - una vía no completa. “Uno puede mejorarse parcialmente, pero si no  se trabaja también con la parte anímica y espiritual, el proceso no esta terminado y probablemente los mismos problemas volverán”, complementa. 

Por lo tanto, afirma que uno de los objetivos que se pretende alcanzar con la pintura antroposófica es lograr que la persona comience a conocerse sí misma a través del arte, confiando en que este método es una muy buena manera de participar activamente de un proceso curativo. “La terapia no sana, no es milagrosa”, dice y advierte que será cada persona la que tenga la misión de sanarse a sí misma, encontrando el equilibrio desde su propio interior.

Esta terapia que procede según el pensamiento de Steiner incluye el trabajo de variadas  técnicas como la pintura, el modelado, el dibujo y la acuarela sobre papel mojado. La elección de una de éstas según Cristina García, dependerá de cómo es y en que está la persona, de sus unilateralidades y de cómo lleva adelante su propio proceso curativo. 
Una de las características más importantes de este proceso es observar lo que se está haciendo, detenerse a contemplar en este caso la propia obra y desde ahí realizar una suerte de introspección para de esa manera encontrar en cada color, trazo y movimiento, una imagen de su propia interioridad.  “Todo lo que uno hace artísticamente es un reflejo de lo que se tiene dentro. Es como una radiografía del alma”, comenta la especialista. 

También asegura que “para que sea terapéutico, este arte debe ser guiado”, explicando que la razón se debe al ir y venir del ser humano entre sus polaridades. “Todos, según nuestra constitución y temperamento, tenemos tendencias y por lo tanto hay que tomar eso en cuenta para poder encaminar un proceso”, sentencia. 

De esta manera, la docente manifiesta que la arteterapia según la antroposofía puede ser experimentada por cualquier persona que requiera de este tipo de guía, ya sea para acompañar en el proceso de sanación de alguna enfermedad específica, como también para  los momentos de crisis que se puedan ir dando en el transcurso de la vida. 

 

Otras características de la arteterapia antroposófica son:

- En la primera sesión el paciente es totalmente libre de hacer su trabajo. Las siguientes en cambio, es guiado por el terapeuta quien a través de algunas preguntas, temas e instrucciones determinadas va acompañando a la persona en la búsqueda de, entre otros, la objetivación.

- Para la terapeuta, enfermedades límite como el cáncer también pueden someterse a esta terapia, pues según sus palabras, “te hacen preguntarte muchas cosas y en este caso es muy bueno vivirlo acompañado para luego poder volver a pararse, pero esta vez desde otro lugar, encontrándole a la vida un sentido que quizás nunca se le dio”.

- Todo importa en una pintura terapéutica, desde los colores que se escogen, hasta la manera de mover el pincel y el tamaño y la forma de los trazos.

- “Esto no es una clase de pintura”, subraya Cristina García y explica que va mucho más allá de aquello, mencionando que incluso para algunas personas el mirarse a sí mismos a través de su obra pictórica puede llegar a resultar una experiencia desagradable. “No toda la gente está preparada para enfrentarse”, manifiesta.